En estas elecciones tuve un sueño. Pensé que estaríamos ante una situación en la cual los ecuatorianos exigiríamos un cambio a nuestro destino. Que se vendrían las reducciones del gasto público para dar paso a la inversión privada; que habría la disminución de impuestos para que se incremente el salario básico; que podríamos reducir el tiempo en tramitología para que seamos más eficientes en abrir empresas y conseguir permisos que generan empleos; pero no, no fue así. El Ecuador eligió más de lo mismo. La continuidad del liderazgo corrupto y demagógico. Los mil dólares de una a mil familias fueron más importantes que rescatar el empleo y la economía, que al final de cuentas iban a dar mucho más a las familias ecuatorianas. ¿Qué pasó?
Es verdad que nuestros países no tienen igualdad en la distribución de riqueza. Lamentablemente son los errores del sistema económico donde los mejores, los que más se esfuerzan, arriesgan, emprenden, crean, ganan más dinero que los que no lo hacen. La pregunta, insisto, no es porque hay pobreza, sino, más bien, porqué hay riqueza. Pero la forma de lograr riqueza, formación de empleo y productividad, es mediante el emprendimiento y dando las facilidades para crear. Así han salido adelante los países que entienden este concepto. Los socialistas fracasan siempre, ¡siempre!
Entonces me queda una aspiración: solo el 35% de los ecuatorianos votaron por la delincuencia. Eso significa que el 65% me da una razón por la cual seguir soñando. Mis aspiraciones podrían mantenerse intactas. No todos quieren a darle la oportunidad a que nos sigan robando, que nos sigan engañando y que mantengan en peligro constante a nuestras familias. Tengo Fe que Dios guiará a nuestra gente; que existe un gran porcentaje de personas que quizás podamos revertir esta situación. Pido a Dios que los ecuatorianos no se dejen comprar por 1000 dólares por una única vez; si no, más bien que se dejen incentivar por más, por empleo pleno, por seguridad, por prosperidad, por decencia, por crecimiento, por riqueza de país, por un mejor futuro.
Ese es mi sueño. El Ecuador merece lo mejor. Nuestras familias lo necesitan. Ecuador, ¡SI SE PUEDE!
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