
El debate se da sobre cómo la innovación, la tecnología, la creatividad y la ciencia van a lograr cambios fundamentales para la humanidad. Sin embargo, existen también otras variables que nos aseguran lo que nunca cambiará.
Partimos del hecho de que el ser humano busca cubrir sus necesidades más básicas. Luego su comodidad y seguridad. Después su realización personal. Y finalmente, cumplir con un propósito de vida. Abraham Maslow describió como estas jerarquías prevalecen en las necesidades humanas. Así, de esta forma podemos continuar con la búsqueda de la respuesta a estas preguntas.
La ciencia ha sido siempre el motor de nuestro desarrollo. Gracias a la metodología empírica y modelos científicos de gente curiosa como Isaac Newton, Galileo Galilei, Albert Einstein y muchos más, los seres humanos han ido descubriendo muchos de los aspectos con los que hoy nos desenvolvemos en la vida cotidiana. Las leyes de la física han sido descubiertas gracias a la observación y medición. Las matemáticas se convirtieron en el lenguaje con el cual nos comunicamos y referimos ante cualquier hipótesis sobre el universo. Desde ahí parten los principios con los que se han desarrollado las tecnologías que han ido evolucionando con el pasar del tiempo. Todo esto es relativamente cuantificable y pronosticable. Podemos marcar tendencias y luego irlas midiendo. Desde estos cuestionamientos, observaciones e hipótesis, se han desarrollado leyes, teorías y teoremas.
Por ejemplo, la ley de Moore nos establece que los transistores se duplican cada dos años. Lo cual, sin ser una ley de la física exacta, es una observación que hoy se utiliza como una referencia que nos indica que la evolución de la tecnología es exponencial. Y que, en algún punto, alcanzará la singularidad que refieren las hipótesis de Raymond Kurzweil. Básicamente, Kurzweil establece que a partir de las computadoras diseñadas por el ser humano, con inteligencia artificial, terminarán siendo las propias computadoras las que creen nuevas máquinas cada vez más potentes con inteligencia propia que sea indistinguible de la del ser humano.
En el camino de esta evolución se irán creando reglas y leyes que regulen el exceso que pueda provocar daños al ser humano, a los demás seres vivos y a la naturaleza. Estos desafíos deberían conducir a mejorar la calidad de vida del ser humano y su entorno. Al menos en teoría. Desde optimizar recursos hasta garantizar nuestra permanencia en el tiempo. Inclusive, existe una corriente “Transhumanista” que habla de una fusión entre el ser humano y la máquina para lograr la vida eterna. Empresas como Neuralink de Elon Musk, OpenAi de Sam Altman, Google con el propio Ray Kurzweil liderando el departamento de ingeniería, Apple de Steve Jobs, Microsoft de Bill Gates y muchas más han estado desarrollando tecnologías que buscan redefinir los límites de la inteligencia y su interacción con el ser humano.
Ha habido evidentes beneficios a nuestro estilo de vida, la productividad, la comodidad y el bienestar en general, gracias a estas tecnologías. Pero el ser humano siempre tendrá exactamente las mismas necesidades que Maslow describió en 1943 desde la perspectiva de la psicología. O que el Buddha definió en el año 483 A.C desde la perspectiva de la filosofía como el apego que perturba al ser humano. O lo que el Judaísmo describió desde los principios de convivencia entre los seres humanos con los 10 mandamientos de Dios. O lo que Jesucristo enseñó con la religión católica de amarse los unos a los otros desde la espiritualidad para lograr la vida eterna junto a Dios.
Esto se resume en la psicología del ser humano: El miedo y la ambición; las necesidades y los deseos; el poder y el control. Todos estos son los factores que están en la naturaleza del ser humano. Esa parte desarrollada por la mente que transciende los sentimientos y las emociones. Eso que nos hace pensar y permite desarrollar tecnologías, es precisamente lo mismo que nos hace querer cosas y satisfacer nuestros propios intereses. El ser humano, como raza, busca trascender. Y para eso siempre buscará crear las herramientas que lo ayude a conseguir estos objetivos.
Como dice Jeff Bezos, “prefiero enfocarme en lo que no va a cambiar.” Así como Morgan Housel dice en su libro Same as Ever, “la probabilidad sigue siendo una adivinanza; no se trata de lo que cambiará, sino de lo que se mantendrá igual.”
Existen muchos genios detrás de estas herramientas tecnológicas. Muchos avances de la ciencia en varios campos. Pero, asimismo, existen muchos otros campos en los cuales tenemos que seguir atendiendo estas necesidades más inmediatas. Simplemente debemos estar atentos a no quedarnos atrás en los cambios, en la evolución de la tecnología y la ciencia; pero, tampoco descuidar lo que hoy podemos hacer para aportar al funcionamiento de la vida.
El equilibrio entre la adaptación al cambio y la preservación de lo esencial será la clave para el futuro.
Guillermo Jouvin Arosemena
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